domingo, 6 de febrero de 2011

Egipto: qué ha cambiado en dos semanas de crisis

Protestas en Egipto
Pese a la apertura de un proceso negociador, la protesta continúa en El Cairo.
Las protestas contra el presidente egipcio, Hosni Mubarak, cumplen dos semanas. El mandatario continúa en el poder, pero el panorama político es ahora bien diferente.
Los jóvenes que comenzaron a alentar las protestas en internet animados por la caída del gobierno de Túnez, no han conseguido la salida de Mubarak, pero algunos cambios son manifiestos. En palabras del presidente de EE.UU., Barack Obama: "Egipto ya no volverá a ser lo que era".
Los opositores tienen en su haber la promesa de Mubarak de no ir a la reelección en septiembre. También la apertura el domingo de un proceso negociador destinado a plasmarse en reformas constitucionales.
También han conseguido la dimisión en bloque de los principales líderes del partido de Mubarak. Pero sobre todo, que las potencias occidentales, otrora el pilar en el que se apoyaba el gobierno del "rais", hablen abiertamente de la necesidad de una transición democrática.
Otro cambio: los islamistas de la Hermandad Musulmana, el grupo opositor más influyente y mejor articulado, ha pasado a convertirse en un interlocutor válido del gobierno. Incluso sin dejar de ser formalmente ilegal.
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El islamismo, a la mesa

Las protestas no han logrado sacar a Mubarak, pero han cambiado el panorama político egipcio.
La presencia en la negociación de los islamistas se da pese a que el temor a que accedan al poder es precisamente la razón esgrimida por Mubarak para permanecer en el gobierno.
Según Mubarak, si dejara la presidencia inmediatamente, su país caería en el caos, una oportunidad de oro para los islamistas de tomar el poder. Y esa es también la preocupación de las potencias occidentales expresadas por voces como la del ex primer ministro británico Tony Blair.
Sin embargo, analistas consultados por la BBC ven lejos la posibilidad de que en Egipto se dé un giro político tal que de las revueltas salga la instauración de un régimen teocrático.
"La Hermandad Musulmana recibió cerca del 20% de los votos en las últimas elecciones, que fueron fraudulentas. Tal vez debieran estar en un 30%. No creo que dispongan de paoyo para llegara al poder", dijo Paul Rogers, consultor de seguridad del Oxford Research Group.
No obstante, Rogers coincide con George Joffé, especialista en el norte de África del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge, en que "la Hermandad Muslulmana tendrá una influencia importante".
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Las vueltas de la revuelta

Inspirados por el hecho de que en Túnez los abusos policiales a un vendedor de frutas terminaron con el gobierno, jóvenes opositores egipcios comenzaron a instigar las protestas a través de internet.
Desde los primeros mensajes en Facebook hasta que el presidente Obama ha dicho que ya no hay vuelta atrás en Egipto, la crisis ha pasado por inmolaciones, serios disturbios a manifestaciones multitudinarias de carácter festivo.
Una de las claves ha estado en la actitud más bien contemplativa del Ejército desde que fue desplegado tras la retirada de las calles de la policía.
Los agentes habían reprimido con dureza las manifestaciones. Pero los tanques en la calle, que se suponía eran una vuelta de tuerca represora, terminó dando oxígeno a los opositores.
Al menos momentáneamente y sobre todo desde que los militares aclararon que no estaban dispuestos a usar fuerza letal contra manifestantes pacíficos.
Ese anuncio hizo posible que incluso familias enteras acudieran el pasado martes a la "Marcha del millón". Una fiesta que el gobierno se limitó a dejar pasar.
Lo más violento de la crisis se dio cuando entraron en escena los partidarios de Mubarak, quienes provocaron dos días de fuertes enfrentamientos.
Después se volvió a una tensa calma. Continúan las protestas masivas en El Cairo bajo la atenta mirada de los soldados, que continúan con ese rol de "árbitro imparcial".
Ahora la crisis entra en su tercera semana, parece que trasladando su eje a los despachos -por más que los manifestantes sigan en la calle-.
De momento, Mubarak resiste. Pero lo que hasta ahora era prácticamente un estado policial, ya no lo es más y no podrá volver a serlo, como dice el propio Obama.

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